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- MORROPON
El curacazgo de Maray extendía su señorío por las pampas de
Moskalá, colindando con el de Pabur hacia el oeste.
El Maray era centro ceremonial en época incaica de los
ayllus agrupados en este reinado. Sitio estratégico por ser paso obligado, como
garganta o portachuelo, hacia el interior de la sierra. El Tótem Maray permitía
desde su altura el dominio completo de los dominios propios y el de otros hasta
mas allá del Curaca Pabur.
Es el Inca Tupac Yupanqui quien por el año 1432 1500 después
de conquistar a los feroces Chachapoyas emprendió la conquista de los tallanes…
cuanta victima se inmoló ante el tótem Maray:
Severo, inmutable el sacerdote vestido con su traje telar…la
muchedumbre temerosa y silenciosa apenas levanta la mirada a los pies del
oficiante. Brazos implorantes en alto, rostro inclinado sobre el pecho y a sus
pies sobre la piedra reluciente del sacrifico yace inmóvil la victima
propiciatoria. Todos los nativos, hombres y mujeres, niños, adultos y ancianos
se postran implorantes con la frente suavemente reposando en las frescas
tierras del Maray. Todo es quietud, en medio de este sepulcral silencio el
sacerdote invoca el espíritu de la raza eterna. Todos sienten el impacto de los
ardientes rayos que el sol derrama sobre sus hombros. Un gemido angustioso se
escucha de la victima que ha recibido la mortal puñalada en el corazón. Se le
escapa la sangre a borbotones hasta que el sacerdote sostiene en el aire las
vísceras palpitantes y la angustia de espera se hace un nudo en la garganta de
la muchedumbre trémula y sudorosa. Lapso de una eternidad espera que el Padre
Sol anuncie su bondad o descienda con la sombra de una nube que pasajera
maldiga a su pueblo. La raza vive un minuto de eternidad. No se oscureció el
sol, no pasó la nube de mal agüero:
¡LOS DIOSES SON PROPICIOS!
Ha gritado a todo pulmón el sacerdote, la muchedumbre se
estremece de alegría y todos se abrazan envueltos en los brazos dorados del
sol, que sigue dándoles vida.
La algarabía es enorme y se prolonga por la noche cuando el
padre sol, bondadoso les deja libres para su natural esparcimiento bajo la dulce
mirada de la cariñosa luna. El sacerdote prudente guarda el ídolo en las
alturas del Maray.
Extraído del libro "MORROPON, GEOGRAFÍA HISTORIA Y
FOLKLORE" del Prof. Pedro Alvarado Merino